El proyecto se ubica en el singular edificio que surge en el encuentro entre las calles San Ignacio y Trinidad Fernández Arenas en Pamplona. Es en coherencia con esa singularidad como se resuelve la necesidad del cliente dividir de un piso de grandes dimensiones (unos 200 m2) en dos viviendas más acordes con las actuales circunstancias socioeconómicas.

Ambos pisos, aunque diferentes, comparten una coherencia proyectual. Se plantea en ambos un gran espacio de día muy abierto, cocina-estar-comedor, orientado a fachada y un espacio de noche con habitaciones amplías a la par que acogedoras. En los acabados, hay un coherente despliegue de maderas que unifican a la par que calidecen toda la vivienda.